A pocos más de una semana del fin de la guerra entre el Líbano e Israel, muchas son las voces que se alzan en Israel contra la dirección política y militar del país.
En una entrevista publicada en el diario israelí Haaretz, un ex jefe del Estado Mayor de ese país, Moshe Yaalon, reclamó que renuncien el primer ministro, Ehud Olmert; el ministro de Defensa, Amir Peretz, y el actual jefe de las Fuerzas Armadas, general Dan Haluz, por errores en la reciente guerra contra el Líbano.
“El primer ministro Olmert no puede escapar a su responsabilidad”, señaló el alto militar retirado, quien respaldó los reclamos de los manifestantes para una comisión investigadora estatal a ser encabezada por un juez de la Corte Suprema, para analizar el manejo de la guerra por parte del gobierno y los militares.
La primera baja tras estas críticas internas fue la del general Udi Adam, quien estuvo a cargo de las tropas de su país que protagonizaron la guerra contra Hezbollah en el Líbano.
Estas críticas se suman a las hechas el 23 de agosto pasado por Amnistía Internacional, que había desacreditado el comportamiento de Israel, diciendo que sus bombardeos se hicieron indiscriminadamente contra población libanesa y objetivos civiles.
El primer ministro israelí Ehud Olmert afirmó que la ofensiva israelí contra el Líbano “duraría un tiempo muy largo”. Mientras tanto, Estados Unidos ha acelerado sus embarques de armamento hacia Israel. Olmert dispone del total apoyo de la administración de George Bush para lograr el objetivo de acabar con Hezbollah, aun al precio de
El actual embajador palestino en Argentina, Farid Suwwan, cree que La captura de los dos soldados en el Líbano y en Gaza es apenas un pretexto, “cada día están demostrando que el gobierno de Israel tiene una agenda especial para Medio Oriente, que quiere imponer por la vía militar, un proyecto de paz unilateral, impuesto a través de la derrota del pueblo árabe, de los países árabes”.
Cercano a esta visión está Michel Chossudovsky, profesor de Economía de la Universidad de Ottawa y Director del Centro para la Investigación de la Globalización (CRG), quien piensa que los nuevos combates “fueron desatados por los intereses estratégicos de las potencias occidentales”, que pasan por el dominio de los recursos naturales, particularmente el petróleo y el agua. “Israel es la avanzada de esos intereses, y la actual contienda en el Líbano es un episodio más de una larga guerra”, detalla.
Además se pregunta si acaso hay alguna relación entre el bombardeo del Líbano y la inauguración del oleoducto estratégico más grande del mundo, que llevará más de un millón de barriles de petróleo por día a los mercados occidentales.
Totalmente opuesto a lo que proponen Suwwan y Chossudovsky, una serie de comentaristas, no tienen dudas de que el conflicto fue perpetrado por Hezbollah, cuyo objetivo no es solo la destrucción de Israel, sino “de manera más general, desestabilizar el campo occidental”.
Tal punto de vista coincide con el de muchos neo-conservadores estadounidenses, según quienes estamos ante el comienzo de una nueva guerra mundial. “It’s our war” (“es nuestra guerra”) proclama orgullosamente William Bristol, uno de los principales ideólogos. Esa organización y quienes la apoyan pretenden nada menos que la instauración de una dictadura islámica universal, exagera Gerard Dupuy en un articulo publicado en el diario francés Liberation el 17 de julio de 2006.
El la reunión del G8 (grupo geo-político formado por los Estados Unidos, Rusia, Alemania, Reino Unido, Francia, Japón, Italia y Canadá) llevada a cabo en San Petersburgo, Rusia, proclamo que el Estado de Israel tienen”derecho a defenderse”, frente a los ataques de un Líbano que se desploma bajo las bombas.
En una entrevista publicada en el diario israelí Haaretz, un ex jefe del Estado Mayor de ese país, Moshe Yaalon, reclamó que renuncien el primer ministro, Ehud Olmert; el ministro de Defensa, Amir Peretz, y el actual jefe de las Fuerzas Armadas, general Dan Haluz, por errores en la reciente guerra contra el Líbano.
“El primer ministro Olmert no puede escapar a su responsabilidad”, señaló el alto militar retirado, quien respaldó los reclamos de los manifestantes para una comisión investigadora estatal a ser encabezada por un juez de la Corte Suprema, para analizar el manejo de la guerra por parte del gobierno y los militares.
La primera baja tras estas críticas internas fue la del general Udi Adam, quien estuvo a cargo de las tropas de su país que protagonizaron la guerra contra Hezbollah en el Líbano.
Estas críticas se suman a las hechas el 23 de agosto pasado por Amnistía Internacional, que había desacreditado el comportamiento de Israel, diciendo que sus bombardeos se hicieron indiscriminadamente contra población libanesa y objetivos civiles.
El primer ministro israelí Ehud Olmert afirmó que la ofensiva israelí contra el Líbano “duraría un tiempo muy largo”. Mientras tanto, Estados Unidos ha acelerado sus embarques de armamento hacia Israel. Olmert dispone del total apoyo de la administración de George Bush para lograr el objetivo de acabar con Hezbollah, aun al precio de
El actual embajador palestino en Argentina, Farid Suwwan, cree que La captura de los dos soldados en el Líbano y en Gaza es apenas un pretexto, “cada día están demostrando que el gobierno de Israel tiene una agenda especial para Medio Oriente, que quiere imponer por la vía militar, un proyecto de paz unilateral, impuesto a través de la derrota del pueblo árabe, de los países árabes”.
Cercano a esta visión está Michel Chossudovsky, profesor de Economía de la Universidad de Ottawa y Director del Centro para la Investigación de la Globalización (CRG), quien piensa que los nuevos combates “fueron desatados por los intereses estratégicos de las potencias occidentales”, que pasan por el dominio de los recursos naturales, particularmente el petróleo y el agua. “Israel es la avanzada de esos intereses, y la actual contienda en el Líbano es un episodio más de una larga guerra”, detalla.
Además se pregunta si acaso hay alguna relación entre el bombardeo del Líbano y la inauguración del oleoducto estratégico más grande del mundo, que llevará más de un millón de barriles de petróleo por día a los mercados occidentales.
Totalmente opuesto a lo que proponen Suwwan y Chossudovsky, una serie de comentaristas, no tienen dudas de que el conflicto fue perpetrado por Hezbollah, cuyo objetivo no es solo la destrucción de Israel, sino “de manera más general, desestabilizar el campo occidental”.
Tal punto de vista coincide con el de muchos neo-conservadores estadounidenses, según quienes estamos ante el comienzo de una nueva guerra mundial. “It’s our war” (“es nuestra guerra”) proclama orgullosamente William Bristol, uno de los principales ideólogos. Esa organización y quienes la apoyan pretenden nada menos que la instauración de una dictadura islámica universal, exagera Gerard Dupuy en un articulo publicado en el diario francés Liberation el 17 de julio de 2006.
El la reunión del G8 (grupo geo-político formado por los Estados Unidos, Rusia, Alemania, Reino Unido, Francia, Japón, Italia y Canadá) llevada a cabo en San Petersburgo, Rusia, proclamo que el Estado de Israel tienen”derecho a defenderse”, frente a los ataques de un Líbano que se desploma bajo las bombas.