Seguro que ahora, que finalmente tengo el título de periodista en mi poder, voy a conseguir un buen trabajo...
Igual estoy muy contento, me siento importante y con muchas ganas de encontrar mi lugar en este ambiente supercompetitivo, como lo es el periodismo y la comunicación.
24 jul 2008
20 jul 2008
Otro invento argentino
Hoy, 20 de julio, miles de argentinos disfrutaran de esta idea lanzada al mundo por el profesor, músico y odontólogo Enrique Febbraro, después que los astronautas Neil Amstrong, Edwin Buzz Aldrin y Michael Collins llegaran a la luna un 20 de julio de 1969.
Para este argentino el alunizaje debía ser también una manera de hacer nuevos amigos en otras partes de nuestro planeta. "Ese día -explica Febbraro-, todos estuvimos pendientes de la suerte de los tres astronautas. Fuimos sus amigos y ellos, amigos del universo".
Antes de que la Apolo 11 regresara a la Tierra, desde su consultorio de Lomas de Zamora, donde vivía entonces, envió mil cartas a cien países y, a vuelta de correo con 700 respuestas, había quedado fundado el Día del Amigo.
“Un amigo no da consejos, ayuda, acompaña”, define el hombre que el inventó esta celebración y completa: “la amistad es casta: si se mezcla con sexo, ya es otra cosa. Y tanto con un hombre, como con una mujer, tiene que estar fundada en el respeto”.
Con esta idea en mente visitó organismos nacionales, gubernamentales, municipales, políticos, religiosos, personas notables y amigos para que adoptaran la idea y luego la difundieran en sus áreas de influencia. Fue logrando su cometido. Primero ante el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires que con su decreto Nº 235/79 autorizó la celebración y le dio un marco legal. Luego se fueron sumando distintas entidades y extendiéndose por toda la Argentina y por algunos países de América Latina.
El Doctor Febbraro fue dos veces candidato al premio Nobel de la Paz y no hubiera querido que el Día del Amigo se convirtiera en una oportunidad más para el consumo, pero lo cierto es que en estos tiempos es una oportunidad más para aumentar las ventas en los comercios de regalos, librerías, florerías y restaurantes.
6 jul 2008
"Moot Scout Mexico 2000", a 8 años de la gran aventura.
Los nervios hacían que mi cabeza casi explotara, la emoción por el viaje era demasiado para mi. Después de meses de espera llegó el gran día, atrás había quedado mi traumática renuncia en el trabajo.
Medianoche del jueves seis de julio del 2000. Mis familiares y mi (ex) novia, a quienes no vería por un mes, lloraban emocionados en el viejo hall del aeropuerto de Ezeiza. Después de las despedidas de rigor, llegaron los largos trámites de check-in y migraciones. Ya estaba ahí junto a cinco de mis mejores amigos, mi sueño se cumplía. Ya estaba rumbo a México, donde en el marco del 11° Moot Scout Mundial representaría a Argentina, junto a otros 350 compatriotas.
El recibimiento fue tal como lo esperabamos, Scouts de México aguardaban por nosotros en el inmenso aeropuerto Benito Juárez del Distrito Federal. Nos consiguieron hospedaje y explicaron los peligros de esa ciudad sin límites, inmensa, célebre por su gran población (20 millones de habitantes), su alto grado de polución y su riquísima historia.
Los tres primeros días fueron turísticos: el Zócalo, su famosa plaza principal: la Catedral y el Templo Mayor; el verde Bosque de Chapultepec; Los Museos de Arte Moderno y de Antropología, que entre sus piezas cuenta con el original del famoso Calendario Azteca; El Palacio de Bellas Artes y El Museo de Diego Rivera fueron algunos de los puntos visitados.
Quienes conocen la ciudad de México saben viajar por ahí que es una empresa dura de sobrellevar. El transito es terrible y los embotellamientos son constantes. Para nosotros la mejor opción fue el Metro, muchas líneas y combinaciones que lo llevan a uno a donde quiera. También subimos a los Peceros (colectivos) abarrotados de gente y viajamos en taxi, aunque no es recomendable si no se viaja acompañado por un mexicano.
Los chilangos, como se los conoce a los habitantes del DF, son muy amables, cuando uno les habla siempre contestan con un “mande” que quizá suene algo chocante, como si estuviéramos aun en tiempos de esclavitud. El curioso acento mexicano ya era parte de nuestras vidas.
Los MacDonals fueron el escape a la extraña y picante comida mexicana. Recién a la semana tomamos coraje y nos animamos a comer tacos, tostadas y quesadillas. Pobre de nosotros, que perdimos tanto tiempo en disfrutar de esos manjares de penetrantes olores y agradables sabores.
Ya en el Moot (nombre que se le da a este encuentro de scouts), El grupo se separó y algunos emprendimos viaje hacia las ciudades de Querétaro primero y Pachuca después.
En la primera ciudad conocí a una joven llamada Laura, quien se convirtió desde ese momento en mi hermana del alma. Ya pasaron ocho años desde ese entonces y nunca dejamos de estar comunicados, sabiendo que le pasa a uno y al otro. Por supuesto también nos visitamos, yo regrese a México en 2005 y 2008 y ella conoció Argentina en marzo de 2006.
Antes de conocer a Laura, tuvimos (este trayecto lo hice con mi amigo Lucas) la fortuna da conocer a una joven pareja que nos cobijo la primer noche. a pesar de haber sido poco el tiempo que compartimos con ellos, fue suficiente para que se convierta en una de las situaciones más extrañas que acontecieron en nustras vidas.
Volviendo al relato, la familia de Laura nos dio cama y comida. Nos sentiamos como reyes en su casa. Nos trataron muy bien y nos llevaron a conocer su pueblo. El centro histórico y el acueducto del siglo XVIII que atraviesa la ciudad fueron los puntos más interesantes.
Con Querétaro como punto de partida conocimos la bellísima y colorida Guanajuato, ciudad natal del pintor Diego Rivera y declarada patrimonio histórico de la humanidad por la UNESCO, paseamos por las ruinas Toltecas de Tula e hicimos rapel en el Peñón de Bernal, uno de los tres macizos mas importantes del mundo junto con el Peñón de Gibraltar y el Pan de Azúcar en Brasil. En este lugar hicimos un nuevo amigo, Javier Gomez, conocido por todos como "Sapo de Salta".
En Pachuca ya no tuvimos cama ni nadie que me consintiera tanto. En esa parada ya no nos recibieron en casa de familia y dormimos, junto a los que realizaban el mismo recorrido, en un galpón de un predio muy parecido a la Rural de Buenos Aires. En esa ciudad estuvimos tres días, en los que presenciamos una lamentable corrida de toros y algunos pusieron su granito de arena en la construcción de una plaza para los chicos de una colonia humilde de la zona.
Cuando termino la etapa de recorrida por estas ciudades volvimos a reencontrarnos con mis compañeros para pasar la ultima semana del encuentro en VillaMoot. Ese el nombre con el que bautizamos este lugar que estaba ubicado al pie de una colina desde la cual se veían a lo lejos las Pirámide Teotihuacan. Lo mejor del lugar era una pileta con toboganes de agua, visita obligada de cada día para matar los 35 grados de calor que hay en esa época del año en México.
El día anterior a que el evento concluyera, visitamos las ruinas de Teotihuacan. La imponte vista del valle que se obtiene desde arriba de a las pirámides del Sol y de la Luna es una sensación que toda persona que visite México debe experimentar.
Finalizado el encuentro, aprovechando que favorecía el cambio monetario, terminamos nuestra travesía mexicana pasando diez días en Cancún, donde disfrutamos de la playa y de la noche caribeña, buceamos en la Isla Mujeres y visitamos las ruinas mayas de Chichen Itza.
Después de un mes después volvimos a Buenos Aires. Cuando salí por la puerta con mi gorrito del Chapulín Colorado puesto, totalmente bronceado y muerto de frío, pude ver a mi familia esperándome con los brazos abiertos. Mi sueño se había cumplido, debía volver a mi vida de estudiante desocupado.
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