Desde el 20 de julio de 1995, cuando fui a mi primer recital, seguir donde sea a La Renga, Los Piojos, Caballeros de la Quema, Divididos o Catupecu Machu, entre tantas otras, se convirtió en mi actividad favorita de fin de semana.
El programa de los viernes era salir de la escuela, buscar en el Si! de Clarín qué shows había y rumbear para Locuras a comprar entradas para el show elegido, que podía ser en Cemento, Obras, el microestadio de Ferro, Atlanta, alguna sociedad de fomento o un gris club de barrio… pero había uno que era mágico, único: El Mocambo de Haedo.
Para los del Oeste, El Mocambo era nuestra catedral del rock, nuestro Woodstock a solo pasos del túnel de Haedo.
Corría marzo de 1996 cuando La Mississippi bautizó el escenario por el que luego pasarían bandas como Attaque 77, Babasónicos, Fun People, Bersuit Vergarabat, Viejas Locas, Los Cafres o El Otro Yo. El Mocambo era escenario fijo del circuito, EL lugar para tocar en el Oeste.
Para las bandas surgidas en la zona donde se dice que está el agite, tocar en el escenario de Remedios de Escalada 25 era legitimarse, era su “llegamos”. Algunas de aquellas bandas que hacían de local eran: Demente Caracol, Sueños Innatos, Einstein, La Zurda, Shambala o Árbol.
Como cantaba Vox Dei, todo concluye al fin. Cuando se terminaba el 2003, tras algunas denuncias de vecinos en la Municipalidad por ruidos molestos, Coco, el dueño, portero, barman, personal de limpieza, el alma del lugar, decidió cerrar el lugar.
La cita de despedida fue 28 de diciembre. Unas 500 personas esperaron frente a las vías del Sarmiento que abrieran las puertas para ver el último show. Cuando sonó el acorde final de Árbol, que por esos días era la banda sensación del rock nacional, empezó el duelo. Nos habíamos despedido para siempre del templo.
Nadie quiso irse del lugar sin su souvenir. Muchos somos los que atesoramos pedazos del escenario, sillas, lámparas, carteles y hasta alguna tapa de inodoro.
Hoy, donde antes había rocanrol, hay un coqueto restaurant boutique con cocina de autor (?), de esos que sirven lonjas de carne empanizada sobre colchón de verdes. Por suerte, aún quedan algunas paredes de la República Separatista de Haedo que atesoran la estampita de San Mocambo.